Ambas cosas. Una de las máximas de Steve Jobs era que "las funcionalidades esenciales de un sistema tenían que ser sencillas de utilizar por parte de los usuarios", funcionalidad y usabilidad deben ir de la mano, si bien no siempre van al mismo ritmo, ya que generalmente la funcionalidad va por delante de la usabilidad y es en cierto modo lógico que así sea, porque si bien ambas se realimentan del feedback, hasta que no se va consolidando la funcionalidad, la usabilidad ocupa otro lugar en la escala de prioridades.
Lo anterior no quita que se deba desarrollar con intención la funcionalidad pensando en la usabilidad, si no se hace así, no solo se no se está sacando el máximo partido posible al esfuerzo que se está invirtiendo sino que puede darse el caso de que la funcionalidad tenga que cambiarse posteriormente para adaptarse a una usabilidad que no es posible conseguir con el enfoque inicial.
Esa intención se consigue trabajando con el usuario en la definición del sprint y tratando de aplicar todo nuestro conocimiento y experiencia para asesorarle, teniendo en cuenta que hay que tener la mente muy abierta porque no hay que olvidar que el sistema que estamos construyendo no es para nosotros sino para el usuario y que si el usuario, tras escucharnos, decide tomar un camino, hay que respetarlo por mucho que pensemos que se equivoca.
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